Christian Louboutin inaugura oficialmente Madrid

El diseñador de zapatos aprovechó el revuelo de la Cibeles Madrid Fashion Week para inaugurar en la calle Coelho de Madrid su primera boutique en la capital española rodeado de las celebridades locales.

El zapatero francés lleva años calzando los pies de princesas, actrices y de más celebridades en medio mundo y las españolas no podían faltar. El pasado jueves, acudió a la fiesta de inauguración de su tienda en Madrid y lo hizo acompañado de toda la sociedad madrileña.

De origen humilde, Louboutin explica que diseñar zapatos ultra femeninos le vino quizá de crecer con tres hermanas. Más tarde, el exotismo de la vida nocturna de París le invitó a ello y con sólo 16 años empezó a crear zapatos para bailarines. En 1980 aprendió el oficio en Filie Bergeres y, dos años más tarde, con Charles Jourdan en París, donde empezó a diseñar zapatos para Christian Dior. De ahí, pasó por los ateliers de Chanel e Yves Saint Laurent, antes de abandonarlo todo a finales de lo 80 y dedicarse al paisajismo y a colaborar para Vogue.

Ya en la década de los 90, junto con unos amigos, creó su propia marca Christian Louboutin y abrió su primera tienda en París. Desde entonces, su éxito ha sido meteórico. Además, ha seguido colaborando con diseñadores de moda, como Azzedine Alaia, Diane von Furstenberg, Rodarte, Roland Mouret y Martin Grant.

Actualmente, la firma Louboutin puede encontrarse en 46 países. Los zapatos siguen fabricándose en Italia y diseñandose en su estudio de París. Sigue fiel a su inspiración años 50 y no abandona su sello más distintivo: la suela roja.

En cuatro años ha pasado de ser un completo desconocido a ser un destacado y cotizado gurú de la moda, estando presente en las pasarelas más importantes de todo el mundo. Cada vez que presenta una colección es todo un evento mediático, pero no siempre fue así.

Su interés por el diseño de calzado comenzó delante de un cartel del Museo de Artes Escénicas de París, en el que ser representaba un stiletto. Varios hombres conversaban sobre la inconveniencia de este tipo de tacón, especialmente para los suelos de madera. A partir de entonces, Christian empezó a reproducir todo lo que su mente imaginaba en cuadernos e hizo varias propuestas para el music-hall parisino.

Como solo se encontraba con puertas cerradas, siguió formándose hasta que abrió su primera zapatería en París. Pero su trabajo no trascendió hasta que se instaló en Nueva York. Una vez allí, consiguió hacer de su marca toda una creación artesanal hasta convertirse en lo que es hoy: un reclamo mundial en el diseño de calzado.

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