Con todo su dinero, poder y soberbia, usted nunca imaginó que el nuevo presidente de los Estados Unidos aparecería con un esmoquin que parecería de alquiler.
Al parecer, la elegancia de Donal Trump, o más exactamente la falta de ella, no se detiene en sus trajes de Brioni mal ajustados, por cierto Brioni no confecciona en América. Su falta de estilos se aplicó también al estilo más elegante dentro del armario masculino. Para un tipo que su arrogancia y fanfarronería no conoce fronteras, el estilismo de Trump no solo contradice su mensaje de grandeza, sino que es una vergüenza para si mismo y para la forma en que representa el país.
También es una vergüenza para su florero, perdón mujer, que se veía bastante elegante. Un ejemplo muy pobre para una presentación tan importante a las personas que han invertido dinero en él.
Para decirlo en términos técnicos, Trump se ve como un idiota que obtiene consejos de moda de algún iluminti de la moda, que seguramente le gustará la ropa amplia en exceso, como cuando el hijo roba el traje a su padre para el baile de fin de curso.
Es una autentica desgracia ver al hombre más poderoso del mundo, con permiso de Putin, con tan poco estilo caminado al lado de su actual mujer con la chaqueta desabrochada para que la prenda aletee con el aire para demostrar al mundo que es un viejo que aborrece el estar en forma.
Da la impresión que ver esos hombros desorbitados, junto con esos pantalones tan anchos que siempre lleva Don Donal, va a repercutir en la moda y para mal, si usted trabaja en una tienda de moda masculina prepare su oído para escuchar: "¿Tienes un traje como el del Trump?".
Que Balenciaga nos pille confesados.
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